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Foto del escritorFernanda Malagón

Testimonio de un súper papá.

Actualizado: 13 oct 2022

El señor Martínez salvó a su hijo de una amarga experiencia....


Hace 3 años llego a nosotros el señor Martínez, como a todo padre le preocupaba la seguridad de su hijo. César era un chico que comenzaba la universidad, tenía auto y era claro que no solo lo usaría para ir a la escuela, su padre sabía que estaría expuesto, que muchas cosas se le harían fácil en este punto y sus lugares de salida incluirían bares, antros y fiestas.


El Señor Martínez nos pidió que instaláramos un dispositivo de rastreo en el auto de César, este dispositivo no solo le diría dónde estaba su hijo, mediante la programación de alarmas especificas también podría notificarle si se metía en problemas.


Se programaron múltiples alarmas, la aplicación podía avisarle al señor Martínez si el auto de su hijo entraba al corralón, excedía la velocidad o gastaba menos gasolina de lo que César decía. Durante un tiempo ninguna de las alarmas sonó.


Hasta un viernes, cuando César llamo para decir que no llegaría a su casa sino hasta muy tarde, porque saldría con unos amigos. De alguna forma, ese día el Sr. Martínez estaba tranquilo porque su hijo había avisado y si pasaba de la hora acordada o sonaba alguna de las alarmas solo tendría que revisar la aplicación.


Casi a la 1AM sonó el teléfono del Sr. Martínez, “alerta por exceso de velocidad”. La ubicación posicionaba a su hijo en periférico a más de 140 km/h, el historial de ubicaciones le revelo que César había estado varias horas en un bar, pero finalmente el micrófono del auto confirmo sus sospechas… su hijo estaba haciendo carreras con otro amigo, ambos en estado de ebriedad, además, no iba solo en el auto.


Fue entonces, que con un solo clic el padre apago el auto y decidió ir al lugar de los hechos. Cuando llego, su hijo estaba dentro del auto, enojado, solo uno de sus amigos lo había acompañado, el resto se había ido. César sentía que su papá lo había hecho quedar mal. El Sr. Martínez entro al auto y dijo “me alegra ver que estas bien, pero en ¿que estabas pensando?” Su hijo claramente estaba algo pasado y muy de malas, así que no dijo más.


Decidieron llevar al amigo de César a casa, fue cuando unos kilómetros más adelante encontraron al resto de amigos parados por una patrulla y el auto se veía un poco golpeado, pero todos bien, tal vez habían chocado con el algo en el camino. Lo que, si era preocupante, es que ninguno iba a pasar el alcoholímetro.


César se dio cuenta que lo que hizo su papá no fue más que cuidarlo y evitarle una situación tal vez aún peor. Ya en sus cinco sentidos acepto su regaño y castigo, hasta la fecha no ha vuelto a hacer sonar una alarma, su papá no ha tenido que volver a intervenir.


El rastreo satelital no es una herramienta para controlar y espiar a los hijos, es una herramienta para poder dejarlos hacer su vida con un poco más de paz y libertad, para tener la seguridad de que si algo va mal podremos apoyarlos. Pero antes que nada debemos confiar en ellos.



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